En verano, la imagen es recurrente a lo largo del litoral catalán, sobre todo en las pequeñas calas: una embarcación lanza el ancla a escasos metros de la costa. Horas o minutos después, cuando el ancla sale del agua, lo hace con decenas o centenares de hojas de posidonia arrancadas. Esta acción repetida sobre una pradera día tras día, verano tras verano, década a década, puede causar daños irreparables a una planta incluida en el Catálogo de Especies Amenazadas.
El problema, que los ecologistas llevan denunciando hace años, ha llegado al Síndic de Greuges, Rafael Ribó, quien ha abierto una investigación de oficio ante la presunta pasividad de la Generalitat para proteger a la planta. En un escrito presentado a principios de agosto, el Síndic cita una presunta falta de actuación de les administraciones competentes y solicita al Departamento de Territorio y Sostenibilidad que valore la conveniencia de adoptar un plan integral de protección de la posidonia en Cataluña.
Para añadir más presión, el fiscal de Medio Ambiente de Barcelona, Miguel Ángel Pérez de Gregorio, ha abierto una investigación para aclarar si la Generalitat aplica las medidas necesarias para protegerla, según avanzó El Periódico. Fuentes del Departamento de Territorio y Medio Ambiente explican que las direcciones de Políticas Ambientales y Medio Natural y de Pesca y Asuntos Marítimos darán en septiembre una respuesta coordinada al Síndic.
La posidonia “produce oxígeno, forma la arena, hace de refugio pesquero y evita la erosión de las playas. Por eso es tan importante su conservación”, explica Marta Carreras, bióloga de la organización medioambiental Oceana sobre sus beneficios.
Javier Romero es catedrático en Ecología en la Universitat de Barcelona (UB). Tras más de media vida estudiando las praderas de posidonia, el investigador explica que la gran regresión que sufrió la planta a hasta avanzado el siglo XX, ahora como mínimo, se ha frenado. “Los números son difíciles de hacer. Pero tenemos estimaciones que dicen que en el pasado siglo, de la mano de la industrialización, de la mecanización de la pesca y del desarrollo del turismo, se perdió alrededor de un 25% de extensión de las praderas. La buena noticia es que ahora esto se ha frenado. Si tuviera que definir en general el estado actual de la posidonia en Cataluña lo haría como ‘bueno, aunque mejorable’’. No obstante, alrededor de esta media hay praderas en muy buen estado y otras muy degradadas”, explica.